Raquetas de nieve. Seguir viviendo la aventura en el invierno

El invierno no tiene por qué ser una estación pasiva en la que uno se queda en casa a la espera del buen tiempo. Poniéndonos adecuada ropa de abrigo y calzándonos las raquetas de nieve podemos seguir disfrutando de la montaña durante todo el año. Hay una belleza majestuosa, sobria en los paisajes nevados, en su naturaleza replegada, oscura y blanca. Nuestra respiración y el sonido de nuestras pisadas sobre la nieve nos envuelven y crean una fuerte conciencia de nosotros mismos; una intensa sensación de vivir el aquí y el ahora. Los días se acortan y algunas travesías se realizan por la noche. Caminar bajo la luz de la luna llena, que ilumina de un modo mágico la nieve virgen de la montaña es una experiencia única.

Hacer recorridos a pie bajo un clima adverso nos revitaliza. Nos enriquece de muchas maneras. Aprendemos técnicas de supervivencia como la de construir un Iglú pequeño. Técnicas empleadas por los exploradores y cazadores de las regiones del norte para resguardarse del viento y el frío, si se ven obligados a pasar la noche fuera.

Tras una jornada deportiva en la nieve, uno se sienta junto al calor con gran satisfacción. La privacidad nos hace saborear de un modo más íntimo, agradecido e intenso el confort del hogar.

El invierno ha inspirado grandes aventuras de ficción. Un buen ejemplo de ello es La llamada de lo salvaje de Jack London. Por lo que no es de extrañar que muchos espíritus aventureros deseen viajar más hacia el norte, para conocer lugares donde la estación invernal se muestra en toda su plenitud como sucede en Islandia, Canadá o Alaska. Llegar a observar en el silencio de la noche inesperadas luminiscencias de auroras boreales, que cruzan el cielo nocturno con el aspecto de fantásticas serpientes o dragones.

Las regiones polares despiertan el interés y la fascinación tanto de exploradores como de científicos. La Antártida por su carácter inhabitable y misterioso. El Ártico por sus habitantes y formas de vida adaptadas al frío extremo.

Merece la pena llegar a conocer bien la naturaleza cambiante de nuestro planeta. Las características particulares de las estaciones del año en los diferentes lugares. Viajar hasta los sitios donde alcanzan su forma más hermosa y extraordinaria. Sin dejar de apreciar por ello lo que se puede disfrutar en nuestro propio país. Salir a caminar a la montaña más próxima que tengamos y acceder a pie a sus rutas nevadas, inaccesibles de otro modo. Vivir la aventura en la nieve y el hielo es verdaderamente emocionante. No dejes de tener tu propia experiencia de ello.