Pilar Suroeste del Dru.

En la segunda quincena de agosto de 1955 se produjo una de las escaladas más impresionantes de la historia, el Pilar Suroeste de los Dru. El bergamasco Walter Bonatti, entra, según sus propias palabras, en “una dimensión desconocida, un estado místico y visionario en el que no existe lo imposible y todo puede conseguirse” y entre los días 17 y 23 vive una experiencia completa en todos los niveles de autoconocimiento y voluntad a los que el ser humano pùede alcanzar, más allá del hecho alpinístico. Es así porque Bonatti consideraba la montaña como una escuela formativa de vida, un lugar que le facilitaba la independencia absoluta para tomar sus decisiones y asumir sus consecuencias, donde desarrollar su creatividad . Un viaje al interior, donde comprenderse y, una vez conseguido esto, comprender a los demás. Bonatti nunca fue un personaje fácil: su total libertad y su ética basada en la imaginación y la ausencia de ventajas técnicas (sólo clavijas, unos tascones de madera y estribos, siguiendo la estela de los pioneros), le granjearon envidias y maledicencias, hasta que, asqueado, abandonó el mundo de alpinismo como aperturista en 1965, dejando otra obra maestra: la invernal en solitario a la Cara Norte del Cervino.